Aún no sabe si llegó a la escultura o la escultura llegó a él. A finales de los ochentas, ya inscrito en la Facultad de Arte, un joven Haroldo entre dudas sintió un profundo llamado por la materialidad. Había ingresado para ser diseñador gráfico y terminó en la especialidad de escultura desarrollando una investigación que confirmaba que de los egresados de escultura en la década de 1990, solamente una persona se dedicaba a la escultura al 100%. Igual continuó férreo en su llamado vocacional, debía hablar con sus manos, debía encontrar un lenguaje. Hoy, luego de más de veinte años de carrera artística, con más de trescientas exposiciones dentro y fuera del Perú, es el gran escultor que todos admiramos, ha convertido su taller en un real laboratorio y aún continúa estudiando, ahora también le interesa la gestión cultural.
Texto: Fiorella López
Fotografías: Eduardo Yengle
Fiorella López: Cuéntanos un poco de tu historia ¿Cómo llegas a interesarte en la escultura?
Haroldo Higa: No sé si yo llegué a la escultura o la escultura llegó a mí, porque cuando uno está en plena formación es muy difícil saber lo que uno quiere. Ingresé a la Facultad de Arte de la Universidad Católica en el año 1987, con la intención de convertirme en un gran diseñador gráfico. Dentro de la formación, los dos años de estudios generales me permitieron conocer todas las disciplinas artísticas que la facultad impartía. Una de ellas fue la escultura. Me di cuenta de que en la escultura me sentía más cómodo, usando las manos de una manera más espontanea y natural, tenía una conexión con la materialidad. Esa comodidad hizo que mis resultados sean mucho más óptimos en esta área a diferencia del diseño gráfico.
Cuando tuve que pasar al tercer año, es decir a la especialidad, noté que mis mejores notas estaban en escultura. A medio metro de matricularme, haciendo la cola de diseño gráfico, me iluminaron o algo pasó, me dije: estoy en el camino incorrecto. Me moví un metro y me inscribí en escultura. Así es como empecé mi carrera de escultura en la universidad. Ya dentro de la especialidad, con mucho esfuerzo y dedicación, logré terminar como el primer puesto de la promoción.
FL: ¿Fue complicado plasmar tus intereses cuando eras estudiante en la facultad de arte?
HH: Yo tengo una formación muy tradicional y me alegra mucho tenerla, porque me ayudó a entender que yo tenía que hablar con mis manos, con mi obra. Mientras era estudiante en la facultad de arte quizás no era consciente que me estaba convirtiendo en un artista, estaba en un sistema muy bueno académicamente, pero todavía no había encontrado un lenguaje q me identificara. Los ejercicios de la universidad te invitan a tener un viaje introspectivo, creo que eso me ayudó a construir de alguna manera mi formación. Sin embargo, mi formación real se percibe con mayor claridad en la calle. La universidad siempre es una gran burbuja que te protege, es menos cuestionadora. Te cuestiona pero en un ámbito muy académico, afuera empiezas a vivir, y esa vivencia te exige otras relaciones con tu propio ámbito.
FL: La iconografía popular ha sido parte importante de tu obra escultórica, particularmente los personajes de la literatura infantil clásica y del dibujo animado. ¿Desde tus años como estudiante en la facultad de arte ya tenías un interés por este tema y elementos afines, tan recurrentes en tu trabajo artístico?
HH: En la facultad no, porque en la universidad teníamos un sistema académico que buscaba otro tipo de referentes, no había un referente pop, actualmente tampoco lo hay tan abiertamente. La referencia era lo figurativo y lo abstracto. Los referentes pop en mi obra recién aparecen cuando, de alguna manera, me siento liberado de la carga académica. Estos temas a los que haces referencia aparecen recién a partir de los años 94 y 96. Yo había egresado en 1993. Empiezo a nutrirme y darme cuenta de que toda la cultura visual, la cultura pop, y la cultura infantil, habían calado muy hondo en mi. De manera espontánea comenzó a salir, con naturalidad y sin restricciones. Me di cuenta de que era parte de mi identidad más primaria y la empecé a utilizar. Cuando la empecé a utilizar, al aparecer en mis obras, la carga ya no era solo infantil, sino más bien lúdica pero adulta. Ahí estaba el juego entre lo inocente y lo perverso.
Ahora, dentro de mi lenguaje artístico, con seguridad podría decir que no tengo un estilo, pero sí varios intereses. Una de esas líneas es la línea figurativa que hace referencia a la cultura popular o cultura pop que aparece en mi obra de vez en cuando. Hace unos años aparecía de una manera más consciente y más constante. Ahora de manera más intermitente. Por ejemplo, en mis obras que hay aquí en Hotel B (lugar elegido para la entrevista), no hay un imaginario directo a la cultura popular, sí quizás con más resonancia en lo material.
FL: Una línea que ha marcado tu trabajo ha sido justamente ese juego con lo lúdico, que te ha llevado a interesarte por tener una doble lectura de las cosas…
HH: Siempre me ha gustado y he coincidido mucho con las personas que han podido entrar a ese juego de la doble lectura. En una primera mirada da la impresión que la obra es muy específica, algo infantil y punto. Pero en realidad es algo que está escondido, tamizado por una imagen infantil quizás para crear una atracción o una empatía con el espectador.
Hoy en día me gusta trabajar con ideas que son muy “simples” pero con mucho potencial para trabajar. Ideas que tienen siempre su antagónico, su opuesto. Por ejemplo, vida, muerte, orden, desorden, amor, desilusión. Conceptos que son muy cotidianos y comunes, pero que son muy complejos de explicar. Por ejemplo, cuando nosotros hablamos de felicidad, sabemos qué es pero nos resulta difícil explicarlo. Lo mismo sucede cuando hablamos de amor o de vida. Entonces me gusta trabajar con esos conceptos que están en nuestro imaginario, pero cuando nos preguntan qué significa nos va a costar responder. Me gustan esas ideas, me gusta trabajar mucho con la idea de lo opuesto, cuál es el opuesto de tal y porqué. Ese juego de los opuestos es también un juego que enriquece mi reflexión.
FL: Y la experimentación con los materiales también forma parte de eso…
HH: Sí, forma parte. Desde que dejé el uso exclusivo de la madera en mi escultura, la exploración con el material se convirtió en una pieza clave dentro del proceso creativo de mi arte, ahora el material es elegido según sus propiedades comunicativas y técnicas que ayudan a producir ciertos significados que han enriquecido sin lugar a dudas mi lenguaje artístico haciendo que mi producción tenga infinitas y diversas posibilidades. Desde hace más de diez años mi taller dejó de ser un centro de producción para convertirse en un laboratorio de arte. Trabajo con espumas rígidas y livianas, planchas de cartón plástico, palitos de chupete plásticos, placas de aluminio, pisos plásticos de alto tránsito, reciclo y rehúso caucho, trupán, cartón, papel, pulpa de papel, vidrio, espejos, alambres, remaches, etc.
FL: ¿Cuáles son los artistas contemporáneos con los cuales te sientes más afín?
HH: Es una pregunta difícil. Mis gustos e intereses, hoy más que nunca, están en constante cambio. No estoy enamorado de ningún artista, pero siempre encuentro elementos de interés en todos los artistas que veo. Antes, en los primeros años de mi carrera, me gustaba el trabajo de una escultora venezolana, Marisol Escobar, me gustaba mucho cómo trabajaba la madera y los personajes. En todos esos años me gustaban artistas muy específicos, pero después, con los años y la madurez, he encontrado interesante a muchos artistas cuyas obras son muy diferentes a las mías.Antes mi referente era el artista que yo quería ser o el artista que yo quería imitar. En cambio, ahora me sorprenden artistas que son muy diferentes a mí. Artistas internacionales como, por ejemplo, Takashi Murakami y Damien Hirst. Lo mismo me sucede con los artistas locales. Me interesa mucho lo que hace Diego Lama, a quien considero un gran videasta, y el trabajo de Christian Bendayán, Jorge Cabieses y en especial mi amigo Israel Tolentino que ha trabajado conmigo en los últimos diez años como mi asistente de taller, y que hace apenas unas semanas acaba de ganar el 2do premio de pintura del BCR. Son artistas que no son escultores, hacen pintura, grabado.
Actualmente encuentro mucho placer en artistas que están en miradas que yo ni siquiera imagino, eso hace que yo pueda conectarme mucho con ellos. Si tuviera que nombrar dos o tres artistas específicos, la verdad que no sabría qué decirte, porque hoy en día tengo una mirada más ecléctica. Por ello, prefiero no concentrarme en un solo artista, sino darme cuenta que todos me pueden dar aportes.
FL: Desde tu propia experiencia, ¿nos podrías decir cuán complicado crees que es para un artista insertarse en el circuito artístico- comercial?
HH: Es muy complicado. Ser artista en cualquier parte del mundo es complicado. Parecen caminos muy fáciles, pero cuando uno ya entra al mercado te das cuenta que es todo lo contrario. Yo hice un estudio, mi tesis de licenciatura, sobre los estilos de vida de los escultores de la década de 1990. Mi gran asesor fue Rolando Arellano, un gran especialista en estudio de mercado y marketing. El me dio todos los conocimientos y las técnicas de cómo hacer el estudio y cómo interpretar los datos que había recogido. Este estudio nace del libro Los siete estilos de vida de los peruanos que él había escrito en aquella época. Descubrí entonces, a partir de mi investigación, que habían cuatro tipos de escultores: 1) El escultor no escultor, un escultor que había egresado pero que, por circunstancias del destino y del mercado, nunca se había podido inscribir dentro del mercado del arte, por lo cual se dedicaba a cualquier otra actividad menos a la escultura; 2) El escultor docente, que dedicaba 20% de sus actividades al arte y 80% a la docencia; 3) El escultor artista, que se había inscrito en el mercado gracias a su talento. 4) El escultor de actividades mixtas, que realizaba varias actividades a la vez, incluida la escultura.
Lo interesante de todo esto es que mis datos arrojaban que del total de los egresados de escultura en la década de 1990, solamente una persona se dedicaba a la escultura al 100%. El dato sobre el artista docente era casi el 90% de los egresados. El artista, por lo tanto, tenía que ir alternando sus actividades como escultor con otras actividades que le generen un ingreso y pueda así subsistir. Esta situación ilustra lo difícil que puede ser para un artista el ingreso al mercado. Uno de los datos que siempre les doy a mis alumnos es que traten de hacer una gran carrera universitaria y terminar el último año con una obra contundente, ya sea a nivel de la idea, la forma o la técnica, para que eso pueda ser tu mejor carta de presentación. Además, terminar en los primeros lugares, ganar concursos y entrar a las mejores galerías del medio. Ahora, dentro del arte, no hay un manual del éxito. Si lo tuviéramos haríamos un arte muy comercial o un arte que no tiene ningún tipo de repercusión para la gente que está ávida de consumir arte, de comunicarse a través del arte, de sentir y de percibir. Tengo amigos muy cercanos que les cuesta mucho exponer en una galería. Los casos son muy diferentes, muy particulares. Cada uno va a tener una versión diferente de cómo ve y percibe el mercado, su ingreso a él también.
FL: ¿Consideras que el sistema de comercialización del arte plantea un requerimiento muy fuerte para que el artista mantenga un solo estilo?
HH: De alguna u otra forma la crítica, los medios, prefieren que el artista siga un camino. Si ha tenido un camino de éxito, que lo siga y no lo cambie, porque el éxito es una seguridad comercial en el mercado. Hoy en día, felizmente, yo creo que los artistas son más libres en ese aspecto porque están experimentando y explorando más. El mundo de hoy es un mundo totalmente cambiante, dinámico.
El artista de hoy trabaja varios lenguajes a la vez, en cambio el artista de las décadas de los 70, 80, 90 era un artista con un lenguaje muy propio, muy particular, que muy difícilmente cambiaba de forma o de estilo. El artista de hoy, el joven artista, es más ecléctico. Es capaz de hacer hoy videoarte, mañana pintura, pasado mañana escultura, instalación, etc. Es un artista multidisciplinario e interdisciplinario. Es capaz de trabajar con otros artistas en otras áreas y disciplinas. Yo soy un artista con una formación tradicional que trata de desenvolverse como un artista contemporáneo. Un artista que tuvo una formación más “rígida”, como un escultor académico, pero al cual el mundo actual ha exigido y ha invitado a trabajar de manera más contemporánea. Ello en el sentido de que me gusta ser un poquito más libre, de repente hago xilografía, grabado, mañana hago una escultura con cierta materialidad y pasado mañana hago un trabajo en la pared con otra materialidad, en otro contexto, que me de nuevas percepciones, ideas y significados. Ese juego técnico y de ideas tiene que ser libre, dinámico, no puede ser estático en estos momentos.
FL: En este contexto dinámico ¿Qué papel crees que juega el artista como gestor cultural.
HH: He visto una tendencia muy saludable de los jóvenes artistas, que en mi época se formaban solamente como artistas, tienen hoy en día un papel más participativo en lo social. Entonces los artistas de hoy, sobre todo los jóvenes, tratan de acercar su obra a la comunidad para que ella también se relacione con la obra de arte y de ahí salga un aprovechamiento en varios niveles. Conozco a artistas que están haciendo el papel de gestor cultural. ¿De qué manera? Por ejemplo, organizando festivales, exposiciones, encuentros de arte, crean galerías, pequeños centros culturales, para dialogar y relacionarse. Esa relación humana entre el arte y la cultura hace que se enriquezcan las actividades. Creo entonces que es muy importante esta faceta de artista-gestor cultural que está apareciendo y que actualmente se ve con mayor naturalidad. El artista debe estar más conectado con esta realidad desde lo económico y lo administrativo, que muchas veces no se imparte dentro de la formación académica en las escuelas de arte.
Yo soy un artista plástico que está llevando una maestría en Gestión Cultural, Patrimonio y Turismo. La elegí porque buscaba una maestría que me entregue nuevas herramientas para entender el arte y la cultura. Una mayor comprensión no del arte como producto, sino cómo se gestiona el producto arte. La maestría que estoy llevando en la Universidad San Martín de Porres me está sirviendo mucho para aclarar cosas que yo sabía intuitivamente, me está dando pautas sobre marco legal, económico y administrativo. No sé si yo me convierta en un gestor cultural, yo soy un artista, un apasionado por el arte. Seguramente esa formación que estoy recibiendo va a ser un aporte muy grande en mi faceta de docente. Es muy bacán el tema de la gestión cultural porque de alguna manera te posiciona de forma real dentro del mercado del circuito artístico, el artista muchas veces está caminando a un metro de la tierra porque no asienta su proyecto, no sabe cómo desarrollarlo. Entonces esta idea de gestor cultural pone de manifiesto esos sueños de los artistas para que se logren producir.
FL: Me gustaría que nos hables de una de tus más recientes participaciones en una muestra colectiva ¿Cuáles crees que han sido los motivos por los cuales te convocaron a participar de “ComparArt”, la exposición realizada en el Museo de la Nación en octubre del presente año?
HH: “ComparArt” fue una actividad muy importante. Ha sido la primera edición, seguramente las ediciones futuras van a ser mejores. Carlo Trivelli, el curador de la muestra, fue el encargado de hacer la selección curatorial de los artistas nacionales. Él seleccionó pintores, escultores, videoastas. En torno a la escultura hizo una sección que se llamó escultura contemporánea o nueva escultura, en donde había cuatro escultores, entre los cuales estaba yo. Considero que me eligió porque dentro de mi propuesta está, en primer lugar, el aporte de lo monumental y, en segundo lugar, el aporte de la materialidad. Imagino que también por el aporte conceptual que tiene mi trabajo.
Le pareció muy interesante por el tipo de obra. Eran esculturas en espuma rígida cubierta con pedazos caucho, que son cámaras de llantas recicladas. Las piezas que formaron parte de la muestra fueron un soldado y un cuervo. Un cuervo que miraba al soldado de reojo, y un soldado que aparentemente señalaba al cuervo, entonces podía tener miles de lecturas. Tenía un juego divertido pero a la vez fuerte también. Yo creo que fue ideal exponer esas dos obras en “ComparArt”. Ambas piezas formaron parte de un conjunto de obras que dio lugar a la exposición “Irreversible” en septiembre del año pasado en la galería Lucía de la Puente, una exposición que justo coincida con mis veinte años de carrera artística.
FL: Para concluir ¿Nos cuentas qué proyectos planeas desarrollar más adelante?
HH: Ahora en verano, con mucha alegría y entusiasmo, vuelvo a mi taller, después de varios meses de estudios académicos. Participaré en un proyecto para formar parte de una exposición colectiva en la Galería Lucía de la Puente en el 2015. También estoy planificando junto al artista Israel Tolentino, para realizar una exposición bipersonal en un centro cultural en Miraflores posiblemente en la segunda mitad del próximo año 2015. Mi próxima exposición individual creo que todavía va a tardar un poco porque tengo para un año más dentro de la maestría y luego un par de años para hacer la tesis, en ese intermedio quisiera volver a tener mi individual. Además, por otro lado, si tengo una oportunidad para generar un proyecto de gestión cultural, lo voy a hacer porque es un perfil que quiero empezar a desarrollar. Es difícil decir a ciencia cierta. Sin embargo, estoy seguro que tarde o temprano va a suceder.