Inauguración 14 de noviembre a las 7 p.m. en la Galería Lucia de la Puente
A lo largo de estos últimos veinte años, Haroldo Higa ha demostrado ser un escultor muy versátil; gracias a su capacidad creativa le ha permitido mantenerse en una situación productiva constante, nadando a contra corriente en un medio cultural como el nuestro, tan hostil y mezquino para el desarrollo de la escultura.
Hablar de los trabajos de Higa es todo un reto puesto que hay un concepto que va marcando la pauta en el proceso de construcción de cada pieza, haciendo que en estas conexiones, tanto la idea como su materialización estén en una franca situación de diálogo que le lleva a consolidar los temas de cada una de sus exposiciones.
Sus trabajos expresan diversas rutas influenciadas por el Pop, producto de la conexión con la cultura popular procedente del comic, la televisión y el juguete; se suman a ello el conceptualismo y el arte japonés. Sus esculturas poseen una gran dosis reflexiva en torno a ideas antagónicas o principios contrapuestos que conviven en el espíritu del hombre, al parecer esta forma de asumir la realidad procede de la cultura oriental y en Higa, el yin y el yan, los principios de vacío y lleno se hace evidente.
Cada una de sus propuestas ha estado marcada por reflexiones y cambios en el modo de asumir la escultura, sobre todo, a través de sus investigaciones en el ámbito de los soportes: madera, cerámica, plástico, cartón, espuma rígida y últimamente, el jebe, el plástico corrugado y el trupán que se sustentan en este contexto cultural definido por la sociedad industrial y de consumo.
Por ello, resulta oportuno verlo como un artista que ha ido reinventando la escultura en el Perú, haciéndola lúdica, ingeniosa y asequible, sin perder su carga poética y simbólica.
En esta ocasión nos presenta “Evolución“, exposición individual conformada por doce piezas, entre esculturas y relieves, donde Higa retorna a la madera en su forma natural. Lo interesante de este proyecto es que cada una de las obras han sido elaboradas con palitos de madera de chupete, baja lenguas, triplay y varillas de madera, insumos que le dan la posibilidad de invertir el proceso de la técnica del tallado en madera, pegando dichos materiales hasta obtener un bloque muy próximo al volumen deseado y luego proceder a desbastarlo y modelarlo de acuerdo al boceto proyectado.
Con “Evolución” el artista muestra un respeto por el color natural del material como se apreciaban en las esculturas de su etapa inicial, evidenciando el proceso técnico creativo, el tiempo y los momentos de transición por los que atraviesan sus producciones, los cambios y alteraciones que se van sucediendo en el cuerpo matérico.
Estas transformaciones son a las que se refiere Haroldo Higa al conectarlo con las relaciones humanas, la naturaleza y la ciudad, bajo los principios de vida, sin dejar de lado su principio opuesto, la muerte. Y es que en “Evolución” se maneja la multiplicación como una forma de remarcar la reproducción formal de elementos que aluden, según el caso, a la célula y su desarrollo; la formación del mundo, los continentes y los océanos y finalmente, el hombre y la familia, sin perder aquello que nos amenaza, la guerra y el hongo nuclear como posibilidad de remarcar el principio de muerte, parte inherente de toda evolución y desarrollo que gira en torno al ser humano.
En el caso del artista, “Evolución” representa un proceso de transición y la posibilidad de emprender nuevas rutas creativas. Sin embargo hay algo más que lo distancia del resto de sus trabajos anteriores, el carácter expresionista y dramático que estas poseen y esto es gracias a la naturaleza y crudeza del material con que decidió trabajar y que le da una apariencia inconclusa.
Si hay algo que resaltar en Haroldo Higa son sus propuestas escultóricas meticulosas, exquisitamente elaboradas, donde la notoria claridad y precisión en cada una de ellas, nos hacen pensar en un proceso del hacer bajo una situación zen, y no solo de la producción, sino también en la concepción de sus instalaciones que son simulaciones espaciales de gran sensibilidad en las que conversan las obras y las atmosferas. Como he dicho en alguna oportunidad, sus trabajos resultan ser verdaderos haikus visuales.
Juan Peralta B.
Historiador de arte
Noviembre de 2017