Existen además otras modalidades de gestión y naturaleza organizacional de centros culturales, como los que dependen de instituciones financieras estatales y privadas, centros culturales que dependen de instituciones o áreas culturales municipales, centros culturales que dependen de la iniciativa desarrollada por personas jurídicas y naturales. La vida cultural del país, a pesar de sus grandes limitaciones, se desarrolla intensamente, no solo a partir de los centros representativos y tradicionales, referidos a todas y cada una de las áreas que comprende la actividad cultural, sino también, a través de otros mecanismos y particularidades especiales, que también tonifican el quehacer cultural.

Es necesario destacar las organizaciones que se enfocan en la difusión, promoción, rescate e investigación de tradición oral, artesanía, textiles, repujado, tallado, modelado, orfebrería, gastronomía, pintura, música, danzas y otras expresiones propias locales y regionales. En esta línea trabajan quizá la mayor cantidad de iniciativas de centros culturales en todo el país y su mapeo, identificación y registro completo es una tarea aún en proceso y pendiente para el Sistema de Información Cultural de las Américas. Entre estos podemos mencionar: el Centro Cultural Semblanza – Perú de la Parroquia Buen Pastor de Arequipa; el Centro Tinku, dedicado a la difusión del conocimiento de las culturas tradicionales del Cusco y del Perú mediante la enseñanza de quechua y español para extranjeros, intercambios y eventos culturales; Taki Casa de Cultura que ofrece, entre otras diversas expresiones y medios, servicios de información académica etno-musicológica para especialistas en la ciudad del Cusco; el Centro Cultural Continental de Junín, Huancayo, que pretende afianzar la identidad, la valoración del patrimonio cultural tangible e intangible y el apoyo y promoción de las artes, además de las innovaciones científicas; la Asociación Cultural Folclórica Don Porfirio en el distrito de Barranco; el Centro Cultural José Pío Aza, que trabaja para difundir la cultura y conocimiento de la Amazonía en la ciudad de Lima; la Casa Vichama y el centro cultural Arena y Esteras, ambos en Villa el Salvador; el Centro Cultural Selva Rimay, Centro Cultural Rezistencia y la Casa de la Cultura Doctor David Juan Ferriz Olivares, todos ellos en plena selva, en la ciudad de Tarapoto en el departamento de San Martín; entre otras muchas organizaciones que se desenvuelven en todo el país. Caso especial es la Asociación Cultural Brisas del Titicaca que ha desarrollado una propuesta económica viable entre la recuperación de identidades y el servicio cultural.

Es importante también resaltar la presencia de una gran cantidad de centros culturales que nacen en todo el país con la intención de formar públicos y en la defensa de la identidad, la ciudadanía, ecología y los valores de desarrollo sostenible, además del acompañamiento cultural del público infantil y juvenil. Tal es el caso de centros culturales como el Centro Cultural Waytay en el distrito del Agustino en Lima; el Centro de Arte, de Títeres y Cultura “Antarita” de Huacho; el Centro cultural infantil Irapay en Iquitos.

También existe un amplio grupo de organizaciones que operan centros culturales para la investigación y fusión de distintas disciplinas artísticas no convencionales como en el caso de Agárrate Catalina Circo-Danza, que busca generar reflexión y sensibilización ante los acontecimientos sociales desde una interesante puesta en escena; la Asociación Cultural Tupac que desarrolla entre sus múltiples acciones la modalidad, muy poco usual en el Perú, de residencias para artistas, o bien el Centro Fundación Telefónica, que se enfoca en las expresiones culturales que usan como soporte las nuevas tecnologías así como La Casa Ida que promueve experiencias artísticas que utilizan tecnología electrónica, audio-video digital y sistemas interactivos.

Lima se ha convertido en un centro de expresión de la diversidad cultural de todo el Perú, es una conjunción de representación simbólica que se expresa en la presencia de una cantidad aún no determinada de asociaciones culturales, clubes departamentales o distritales, incluso asociaciones en representación de diversas manifestaciones religiosas.

Estas organizaciones culturales se constituyen como la más grande red informal de centros culturales de la diversidad nacional, y se ha venido tejiendo en la cotidianidad de la población de la ciudad capital desde que se iniciaron las oleadas migratorias en el siglo pasado. Su importancia y su vitalidad, así como su impacto en la vida cultural del país son de un valor incalculable.

Estos pequeños centros culturales que representan una enorme cantidad de peruanos, ha cambiado el rostro del país. Si en los años sesenta y setenta se constituían como una forma de expresión de resistencia cultural ante la gran urbe, las nuevas generaciones se constituyen como una forma de expresión identitaria del goce y el diálogo intercultural. Sin embargo, estas nuevas formas de organización cultural que se vinculan principalmente a partir de la danza, de la música o de la gastronomía identitaria, aún no termina de definir su rol, no son concientes de su proceso, no hay un proyecto cultural y político cuajado en el desarrollo de sus representaciones. Y si sus formas de organización y subsistencia las tomaron de la mayordomía, una forma de padrinazgo o mecenazgo primitivo que se practicó en las organizaciones de los grandes señores, en las colectividades de notables que se constituyeron en la ciudad de Lima a inicios del siglo pasado para evocar el terruño, hoy sus aspiraciones son mercantiles y buscan abrirse paso hacia la generación de fuentes de ingresos. En esta situación tal vez subyace una poderosa industria creativa para los próximos años que necesita ser apoyada a través de políticas culturales abiertas y renovadoras.

En la emergencia de las formas de expresión popular se van construyendo los centros culturales. La importancia que han tenido estas asociaciones y sus centros de desarrollo cultural en la reproducción de la cultura de los sentidos de los gustos en la ciudad de la Lima de hoy, la Lima provinciana, la Lima espejo del país, ha tenido un impacto más grande del que se estima y merece más investigación y un acápite especial en la agenda del sector.