Autora: Lisa Krolak (Unesco).
Año de publicación: 2022
Se estima que más de 11 millones de personas viven recluidas en instituciones penitenciarias en todo el mundo. Como consecuencia de un crecimiento rápido y constante en la población carcelaria a nivel global, y el consiguiente hacinamiento, la crisis de los sistemas penitenciarios se intensifica. Las cárceles tienen mayores dificultades para proveer condiciones adecuadas y propiciar un proceso de resocialización integral basado en los estándares internacionales.
En este panorama complejo, puede parecer que las bibliotecas penitenciarias y la lectura juegan únicamente un rol secundario en todo el proceso de rehabilitación que tiene lugar en una cárcel. Esta publicación de Unesco apunta a desafiar esta concepción explorando cómo los servicios bibliotecarios son un apoyo para las necesidades educativas, legales, recreacionales y de información de personas recluidas.
Las bibliotecas son importantes espacios comunitarios para el aprendizaje a lo largo de la vida; esto es particularmente cierto en las cárceles, donde las oportunidades para el aprendizaje son limitadas. Como cualquier otro integrante de una sociedad, las personas privadas de su libertad tienen el derecho a una buena educación. Permitir que el fracaso en la educación de prisioneros continúe, trae consigo altísimos costos, tanto sociales como económicos.
Las bibliotecas penitenciarias juegan un papel esencial como centros educativos, informativos y recreacionales para toda la comunidad en una prisión. Son espacios llenos de posibilidades que se prestan para el empleo constructivo de aquello de lo que disponen: tiempo.
El valor de una biblioteca penitenciaria reside en su capacidad para ayudar a los reclusos a comenzar o continuar su proceso de aprendizaje. Es un espacio social que puede inculcar la cultura de la lectura y del aprendizaje. La exposición guiada a los materiales en una biblioteca puede motivar a los prisioneros a desarrollar un interés duradero en el hábito de la lectura.
Esta publicación muestra cuán diversas pueden ser las bibliotecas penitenciarias y sus servicios en todo el mundo. En común tienen su compromiso con el derecho a la educación y que proveen a personas detenidas el acceso a oportunidades para el aprendizaje a lo largo de toda la vida.
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