Tras el mensaje presidencial de Pedro Pablo Kuczynski el 28 de julio del presente año, han surgido diversas reacciones positivas celebrando el énfasis que el nuevo mandatario puso en el apoyo de las artes como parte importante de su plan de gobierno. Tal como dijo en aquel momento: “Las artes y en especial la música serán junto con el deporte y la educación cívica, materias obligatorias que promoverá el Estado…”. En Dos presidentes músicos, artículo escrito por Armando Sánchez Málaga (director titular de la Sinfónica Nacional en los períodos 1963-1965 y 2001-2006) para El Comercio, se menciona al pianista y ex-presidente polaco Ignacy Jan Paderewski como el homólogo y antecedente por excelencia del nuevo presidente peruano. Sánchez Málaga ofrece además algunos datos interesantes como la cercana relación de los padres de Kuczynski con el famoso director vienés Erich Kleiber mientras éste se encontraba en Lima como director visitante de la Sinfónica Nacional en 1959, así como algunas sugerencias en material de política cultural musical. El presente artículo de Miguel Oblitas se suma a esta cadena de reacciones positivas a la designación de un presidente músico, presentando un breve recorrido por los antecedentes de la relación entre los gobernantes y la música en el Perú, desde la época pre-hispánica hasta nuestros días.
Por Miguel Oblitas Bustamante
Hagamos una retrospectiva a través de la historia de la música peruana para mencionar y comentar algunas evidencias, hechos y anécdotas surgidas del diverso interés que han tenido los gobernantes por el fomento del arte musical en el país.
La Antigüedad
Entre las antiguas culturas Pre-Incas, destaca con mérito propio la Cultura Nasca, ya que llegó a desarrollar interesantes instrumentos musicales con escalas cromáticas de cerámica, y lo más curioso es que encontramos ejemplares al doble y a las dos terceras partes del tamaño promedio, además de diversas afinaciones.
Las evidencias apuntan a que es bastante posible que los pequeños pueblos-Estado como Nasca, Paracas y Moche tuvieran gobernantes interesados en las ciencias y artes.
Los Incas
El cronista Gonzalo Pizarro cita que, al llegar la tropa española a Cajamarca -donde el Inca disfrutaba de los famosos baños-, se encontró a cientos de nativos tocando para el regocijo del Inca.
¿Cuáles serían los encargos musicales del monarca del Tahuantinsuyo a su séquito? ¿Se tendría una especie de política cultural para atender a artistas y artesanos –dadas las evidencias organizativas encontradas–?
Tal vez necesitaríamos al lado a un emulo de William Burns o Manassés Fernández Lancho, para descifrar algún documento musical encriptado en los quipus milenarios.
El Virreinato
La investigación se facilita con la existencia y disponibilidad de fuentes escritas, como es el caso del Virreinato.
Con la finalidad de catequizar a los runakunas, la Iglesia preparó repertorio musical no solo en castellano y latín, sino también en Quechua y otras lenguas nativas.
Cada virrey nuevo arribaba a estas tierras con su séquito propio (cocineros, pintores músicos, …etc.). Así vinieron desde Estecio de Laserna hasta Andrea Bolognesi, hombres de confianza del Virrey de turno y la Iglesia Católica, institución que regía los destinos musicales –“oficiales”- de la época. El distinguido compositor y maestro de capilla Thomás de Torrejón y Velasco llegó a Lima en el grupo de trabajadores del Virrey Conde de Lemos; otro caso notorio es el de la llegada del milanés Roque Ceruti1 en el séquito del Marqués de Castell Dos Rius (24º virrey del Perú), quien se preciaba de tener una orquesta propia con la que participaba en sus “Academias”, una especie de veladas literario-musicales con los intelectuales del momento, entre los que destacaba la figura de Pedro Peralta y Barnuevo. Ceruti compuso óperas con textos de Peralta y el propio Virrey, e introdujo el violín en el Virreinato.
Es en este medio en que se desarrolla la obra del ilustre compositor huachano José de Orejón y Aparicio, quien supera a sus maestros Torrejón y Ceruti. Antes de ellos fue importante el trabajo realizado por Juan de Araujo, quien llegó a dirigir una orquesta de 50 músicos en Potosí –número mayor de integrantes que las orquestas europeas del momento-, ciudad que vivió un esplendor gracias a los recursos de la actividad minera.
La Emancipación
La mayor preocupación por el arte musical se da en la iglesia católica de donde nos viene la notación musical y la estructura de ciertos géneros vocales y vocales-instrumentales; muchos maestros de capilla pertenecen al clero y otros fueron laicos con mucha entrega al servicio religioso. También hubo quienes mostraron una actitud rebelde frente a sus superiores, como don Andrea Bolognesi, cuyas cartas al obispo estaban llenas de reclamos y pedidos de respeto por los cultores del fino arte de los sonidos (Sas Orchassal 1970-71).
La Iglesia dio especial énfasis a las artes durante el Virreinato. Tenían escuelas de música los franciscanos, los jesuitas (hasta su expulsión en 1760) los mercedarios, los agustinos y los dominicos.
El compositor del himno patrio estudió música en éstas dos últimas congregaciones entre siglos XVIII y XIX.
El Libertador don José de San Martín, luego de haber convocado al concurso del himno patrio mostró gran atención al arte y la cultura con la creación de la Biblioteca Nacional. Luego de la partida de San Martín, las reformas y el clima de inestabilidad generado durante el gobierno de Simón Bolivar contribuyó al éxodo de artistas que emigraron a Bolivia y Chile, como se dio en los casos de José B. Alzedo, Pedro Ximénez de Abril y los hermanos Filomeno.
La joven República
Durante la segunda mitad del siglo XIX alcanzaron importancia las bandas militares; pero era justo y necesario un conservatorio (Alzedo, residente en Chile, fue fundador del conservatorio de Santiago). Sin embargo no se tiene noticia de algún presidente o autoridad preocupada por una institución similar en el Perú. Desde Chile, Alzedo envió documentos a las autoridades de la República para crear un conservatorio, motivo por el cual renunció a su cargo de maestro de capilla de la Catedral de Santiago en 1864 para retornar a la patria a dirigir el conservatorio prometido. Finalmente esta promesa nunca se cumplió en vida de nuestro ilustre maestro autor de la Filosofía elemental de la Música, a quien se otorgó sólo el cargo de director de las bandas del Ejército, enfrentándose además nuestro prócer por partida doble con Karl Johan Eklund quien también había escrito una versión del himno nacional.
“Con la música a otra parte”
No es hasta 1874, en que un presidente del nivel cultural de don Manuel Pardo y Barreda (a quien debemos la Escuela de Artes y Oficios y la Universidad de Ingeniería) acogiera muy amablemente primero –y echara por tierra después- un proyecto de academia nacional de música: el presentado por Mariano Bolognesi (hermano del héroe de Arica)
Esta anécdota sucede en el entonces Palacio de la Exposición (hoy Museo de Arte), tal como refieren los diarios de la época, así como la Guía Musical del Perú de Carlos Raygada (Raygada 1946-64).
El programa de la inauguración de la flamante Academia Nacional de Música, incluía el discurso del Presidente de la República y luego el concierto dirigido por Bolognesi. El Presidente dio inicio a su discurso y todo anduvo bien, hasta pasarse la hora convenida. Pardo continuó por muchos minutos más con el elogio a su gobierno, cosa que enfureció al iracundo e incómodo Mariano Bolognesi Cervantes, arequipeño de nacimiento y como el volcán irrumpió en el escenario subiendo al podio dando inicio al concierto, interrumpiendo el mencionado discurso y provocando burlas entre el público. Al día siguiente se suspendió el proyecto.
Los músicos italianos que llegaron al Perú integrando compañías de ópera fueron bien acogidos por los Presidentes, ya que muchas obras de estos fueron dedicadas a Pardo, Echenique, Castilla, y también como a los sucesos bélicos del Dos de Mayo y la Guerra con Chile. Los documentos así lo atestiguan, y entre estos músicos destacaron nombres como los de Carlo Enrico Pasta, Claudio Rebagliati, Constantino Dall`Argine, entre otros.
Era el período del romanticismo musical, y se gestaba la llamada “Escuela Nacionalista” en toda Europa. Rebagliati fue el precursor de esta corriente en el Perú con su célebre Rapsodia Un 28 de Julio en Lima escrita en 1868. Sus discípulos Daniel Alomía Robles, Rosa Mercedes Ayarza, Luis Pacheco de Céspedes y Renzo Bracesco, fueron distinguidos compositores y los tres primeros se dedicaron a esta corriente musical.
Debemos señalar que en 1869 acontece la restauración de nuestro himno patrio, efectuada por Claudio Rebagliati.
Siglo XX
Luego de fallecido el maestro Alzedo en 1878 y pasados los sucesos de la Guerra con Chile y la invasión de Lima, el maestro Rebagliati tuvo que luchar con los gobiernos para oficializar la nueva versión del Himno Nacional, siendo finalmente aceptada en 1901 en el gobierno del presidente Eduardo Lopez de la Romaña. Adicionalmente se convoca a un concurso para cambiar las estrofas de Torre Ugarte, resultando ganador el poeta José Santos Chocano.
En 1908 se crea la Academia Pública gratuita para la enseñanza de la música mediante Resolución Suprema Nº 1082 de fecha 9 de mayo, durante el gobierno de Don José Pardo y Barreda (hijo del ya mencionado auspiciador frustrado de Bolognesi). Ésta fue La Academia Nacional de Música, donde realizaron importante labor musical Federico Gerdes (quien retornó luego de trabajar con los coros wagnerianos de Bayreuth), José María Valle Riestra, Nello Cecchi, Enrico Fava Ninci, Prospero Marsicano y Erich Schubert.
En 1913, luego de constantes luchas contra la letra de Chocano, el gobierno del Presidente Guillermo Billinghurst se vio en la necesidad de declarar la Ley 1801 de intangibilidad, retrocediendo así a la presión popular y aceptando la estrofa apócrifa (“largo tiempo…”) y las de Torre Ugarte -menos la quinta-.
En 1921, el Presidente Augusto B. Leguía demostró especial atención por las artes, al organizar las actividades culturales por el Centenario de la Independencia Nacional. Por Resolución Suprema Nº 63 de fecha 12 de enero de 1929, el Presidente Augusto B. Leguía modifica la anterior denominación de la academia musical, pasando así a llamarse Academia Nacional de Música Alcedo.
En la década de 1930, durante el gobierno de Oscar R. Benavides, se funda la Orquesta Sinfónica Nacional sobre la base de la Orquesta de la Sociedad Filarmónica que dirigía Gerdes, designando como director al maestro austriaco Theo Buchwald.
En 1946 el entonces Presidente José Luis Bustamante y Rivero, dicta el Decreto Supremo, que transforma la Academia Alzedo en Conservatorio Nacional de Música, creándose también la Escuela Regional de Música del Norte en Trujillo, y la Escuela Regional de Música del Sur en Arequipa.
Sin embargo, entrados ya en la segunda mitad del siglo XX, el panorama empezaría a cambiar, llegando a convertirse en poco alentador para los músicos así como para las instituciones musicales del país. En el caso de la Orquesta Sinfónica Nacional, esta institución dependió del Ministerio de Educación desde su creación en 1938 hasta 1962, año en que pasa a manos de la Comisión Nacional de Cultura que devino en la Casa de la Cultura en 1965 hasta 1971, cuando se convierte en Instituto Nacional de Cultura. Esta nueva institución cultural contaba con un presupuesto insuficiente dentro el también exiguo presupuesto del Ministerio de Educación, para cubrir con el fomento de las diversas manifestaciones culturales de la nación.
La OSN fue una de las instituciones más debilitadas por esta situación: los recortes presupuestarios incidieron directamente en los sueldos –la mayoría de músicos extranjeros emigraron-, en la programación y en la infraestructura de la orquesta (instrumentos, partituras, mobiliario, …etc). La Concha Acústica del Campo de Marte, que había sido construida expresamente para los conciertos al aire libre de la orquesta, dejó de pertenecer al elenco. En la década del noventa sus conciertos de temporada fueron trasladados del habitual escenario del Teatro Municipal al Auditorio del Museo de la Nación.
También en el contexto de la infraestructura musical es importante señalar la compra de instrumentos musicales y partituras gestionada por José Carlos Santos, director titular de la OSN durante la década de 1990.
Siglo XXI
En el presente siglo se abre un panorama mucho más alentador con respecto al fomento estatal de las artes musicales. Durante el reciente gobierno de Ollanta Humala y la gestión de Luis Peirano Falconí en la cartera de Cultura, se ha conseguido elevar los sueldos de los músicos de los elencos nacionales, incluyendo a la Sinfónica Nacional.
Luego de las tensiones en la última campaña y las votaciones por la Presidencia de la República, el Perú ha elegido a un presidente economista, músico, personaje culto y sensible que estudió flauta con Marinus Versprille – primera flauta de la Sinfónica Nacional a fines de la década de 1950-, estudiando posteriormente armonía y composición en Europa. Las actividades profesionales de la economía no lo mantuvieron lejos de la música. Ahora como presidente, se abre la esperanza de una política cultural de alto nivel para el Perú.
Referencias
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Entrevistas a: José Carlos Santos, Francisco Pulgar Vidal, Leopoldo La Rosa Urbani, César Vivanco Sánchez (1986-2010)
Texto escrito por Miguel Oblitas Bustamante
Miguel Oblitas Bustamante (Nasca 1964). Compositor, musicólogo, director de orquesta y banda. Instrumentista de vientos y teclado, con estudios en el Conservatorio Nacional de Música, donde tuvo como maestros a Rosa América Silva Wagner, Seiji Asato, Walter Casas , César Bolaños, Casimiro Campos, Américo Valencia, entre otros. De igual forma tuvo como maestros particulares a Rafael Prieto, Armando Guevara Ochoa y José Carlos Santos. Sus obras han sido estrenadas por la Orquesta Sinfónica Nacional, la Orquesta Sinfónica de Trujillo, la Orquesta Filarmónica de Astrajan en Rusia, la Orquesta de Cámara Latinoamericana de Miami”, la Orquesta de Cámara de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, la Orquesta de Cámara “Música del Mundo”, el Coro y orquesta de Barranco, la Banda de la ACMUSIQ, la Banda de músicos del Colegio Nacional San Luis Gonzaga de Ica, entre otras agrupaciones. Investigador, archivista y musicalígrafo de la Orquesta Sinfónica Nacional (1991–92), ha escrito varios artículos y los libros inéditos: Compositores peruanos, La instrumentación andina y la orquesta sinfónica de instrumentos nativos y Compositores Italo-Peruanos, investigación auspiciada por el Instituto Italiano di Cultura.