El Grupo Gallinazo está conformado por cinco estudiantes de la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes quienes desarrollan el Proyecto Memoria QR que consiste intervenir el espacio urbano con códigos de barra que remiten a información alojada en Internet. Conversamos con ellos sobre los objetivos del proyecto, sus dificultades y la necesidad de hablar sobre la memoria histórica en el actual marco político.
Por Gisselle Giron*
Una experiencia en Bellas Artes
La Casa Museo Julia Codesido fue el punto de encuentro. Nos recibieron los integrantes en pleno del Grupo Gallinazo, Rafael Jiménez, Gonzalo Benavente, Maribel Martínez, Octavio Palomino y Juan Carlos Ortiz. “Gallinazo es una experiencia que se creó de amigos, de personas que confluimos en la escuela (ENSABAP). Ingresamos el mismo año todos. De la amistad se fue formando ideas, comentarios y encontramos afinidades”. Encontramos en el grupo diversidad, de conocimientos, de edades, de grados académicos. Esto les permite gozar de diferentes acercamientos al material histórico que tratan en sus trabajos.
Al igual que la escultora Cristina Planas, el grupo ha escogido al gallinazo como símbolo de lo marginado en la ciudad. Octavio recuerda que “en el último piso en el pabellón donde nosotros estudiamos habitan gallinazos”. Maribel explica que el gallinazo posee virtudes no reconocidas, y les permite a manera de plataforma simbólica, reflexionar sobre todo aquello que al igual que el ave es marginado en la sociedad limeña. Como por ejemplo, la memoria de un pasado violento.
Memoria colectiva y el espacio público: Llenando vacíos y ausencias del joven limeño/a
La fibra colectiva del grupo yace en la afinidad común por la memoria colectiva y pensar el espacio como reflexión comunitaria. Esto explica el código de barras “quick response” (“respuesta rápida”) o “QR” para la complementación del proyecto, adecuado para convocar la memoria en el espacio público, así como para dirigirse a un público joven en Lima. Para Octavio Palomino el Smartphone es la pantalla entre el mundo y los jóvenes de ahora. Rafael Jiménez añade que el QR les “permite guardar grandes cantidades de información” y entregarlo visualmente compacto por medio de un código de barras”. El interés por el público joven se dio, explica Maribel, por el contexto electoral político a inicios del 2016. Ella nos cuenta que mucho escuchaba decir que “los jóvenes no tienen memoria porque no conocen, no saben” y que ellos “no pueden elegir si no conocen.” Esta urgencia por informar al electorado más joven los hizo optar por la intervención pública. Gonzalo añade que en el colegio nunca le enseñaron sobre el conflicto interno “o qué había sucedido en los años sesenta en adelante. Jóvenes que salen del colegio no saben lo que ha sucedido en las calles por las que ahora están pasando. No saben cuánto daño o cuánto terror ha podido surgir en estos espacios. Es necesario dar esta información de manera rápida”.
Dada las diferentes edades de los miembros del grupo y los diferentes lugares donde cada uno creció, cada uno de ellos tiene una relación diversa con el pasado reciente en Perú. En el caso de Maribel, su familia es de Ayacucho, sin embargo migraron a Lima cuando ella era muy pequeña por lo que no recuerda mucho sobre lo sucedido en su lugar de nacimiento. A pesar de esto, Maribel explica que es “inevitable mencionar el nombre de algún familiar que haya muerto por el conflicto interno”. Nos cuenta que en reuniones familiares “escuchaba nombres de tíos que nunca jamás había escuchado, y de pronto te identificas.” Esta identificación es clave para Maribel, ya que si bien no tiene recuerdo concreto de los crímenes, ni su persona fue afectada físicamente por ellos, estas memorias, según ella, también le pertenecen. Es decir, forman parte de la memoria colectiva familiar. En otras palabras, la memoria funciona tanto como un elemento compartido como un elemento personal, en el cual la memoria compartida, de sus otros familiares sobre este tío que nunca conoció, forma también parte de la memoria personal de Maribel. Este tipo de memoria es muy diferente al tipo de memoria de Juan Carlos, quien recuerda que instalaron un coche bomba a dos cuadras de su casa: “Lo he visto, lo he vivido en familia. Son cosas que sí me marcaron y quiero compartirlas.” Estos diferentes tipos de memoria, una quizás que puede ser interpretada como más empírica que otra, son igualmente válidas y verdaderas. Este tipo de filosofía sobre la memoria es la que el Grupo Gallinazo intenta transmitir por medio de Memoria QR. Este proyecto no impone una jerarquía sobre las memorias donde unas son menos verdaderas que otras, esencialmente busca recuperarlas en sus espacios, fuera de la discusión crítica sobre su repercusiones en el presente.
El QR Comercial y Memoria QR
El QR para Rafael “está un poco de moda en Lima, se está dando en muchos medios virtuales, ya sea en entradas de cine o para escanear códigos de links de páginas publicitarias”. Para diferenciarse de este QR comercial en la urbe, el Grupo Gallinazo decide adjuntarle la fecha al episodio histórico al cual se refieren en el contenido del QR. Maribel nos contó que esta fecha, en algunos casos, les puede haber costado la desaparición del QR. En algunos lugares intervenidos, como en barrios altos, la fecha fue reconocida por los vecinos y es muy probable que éstos mismos hayan retirado el sticker por miedo a lo que la presencia de la fecha en el suelo público pueda significar. Estas intervenciones en la calle han sido registradas y documentadas por el mismo grupo. Posteriormente realizan vistas de monitoreo a los códigos pegados. Estas visitas han permitido al grupo adquirir un creciente archivo de la vida física de sus intervenciones. La documentación de la vida de estos códigos de barra nos podría dar un mejor mapa de las diferentes dinámicas de coexistencia de diferentes vecindarios con sus respectivas memorias. Es decir, la documentación de la degradación del QR en Barrios Altos en comparación con aquella documentación del QR en el Parque de la Democracia, nos podría decir mucho sobre hasta qué punto una comunidad está dispuesta a convivir con sus memorias.
Memoria QR: Retos y futuros planes
Una de las ideas iniciales del grupo fue tatuarse estos códigos en sus propios cuerpos. Después reformularon la idea y decidieron abocarse “a las calles, revalorar el espacio público y retomarlo. Nos preguntamos entonces qué es un espacio público y qué personas pasan por ahí.”
Respecto a los códigos, la información que remiten principalmente son archivos de noticias o fotos colgadas en la web, las cuales son enlazadas al código de barras. Rafael nos indica que “por ejemplo, el parque de la democracia es justamente sólo un parque para las nuevas generaciones, pero para las generaciones anteriores fue el Banco de la Nación, donde finalmente aconteció este incendio que terminó con la existencia de la infraestructura financiera.” No obstante, el grupo ha identificado que presentar estas memorias por medio de un artículo periodístico puede dar sólo un pequeño detalle de todo lo sucedido. Maribel añadió que están “madurando” la idea de crear sus propios documentos.
Otro de los objetivos, más allá de llegar a la población joven en Lima, es crear discusión sobre cómo diferentes decisiones políticas, sociales y culturales han golpeado a la sociedad peruana por medio de campañas en redes o la recolección de comentarios de los diferentes usuarios de estos códigos de barra.
El ojo del Gallinazo: Visibilizando el pasado
Al visibilizar lo que ahora no se ve por una infraestructura renovada y la cultura generalizada del olvido social del pasado colectivo, proyecto memoria QR es una herramienta para ver la ciudad de la manera que otros ojos anteriormente vieron. Estos stickers son máquinas de tiempo que se enfrentan a nuestro acérrimo entusiasmo por un futuro sin cicatrices visuales. El ojo del gallinazo ve en el tiempo, el parque y sus bancas no lo engañan, pues el sabe que es tan sólo una curita para las cicatrices del gran incendio que consumió al banco que ocupaba aquel espacio.
La tensión entre memoria, espacio público y tecnología delineada por este proyecto coincide con procesos artísticos desarrollados en diferente contextos a lo largo de las últimas tres décadas. Por ejemplo, el artista estadounidense Shimon Attie ha apostado por las proyecciones en el espacio público como medio artístico para visibilizar personajes y/o episodios históricos de los lugares intervenidos desde los principios de los noventa. Para The writing on the Wall (“La escritura en la pared), Attie proyectó fotografías de calles judías en Berlín tomadas antes de la segunda guerra mundial. Al usar un proyector en el mismo lugar donde cada una de las fotos fue tomada originalmente, Attie nos muestra la memoria de la vida, decoración y costumbres del antiguo cuartel judío en Berlín antes de que fuese destruido para siempre por los Nazis. Al proyectarlos en 1992, Attie le recordaba e informaba al vecino y transeúnte en la calle que allí solía existir una vibrante comunidad judía. Attie, desde entonces, ha desarrollado maneras en las cuales estas proyecciones en el espacio público visibilicen otros temas de importancia global, como crisis migratorias y conflictos limítrofes entre países.
En la escena local, este ánimo compartido por proyectar memorias visuales en el espacio público también lo comparte el proyecto pantallas urbanas desarrollado en los últimos 6 años por el colectivo de poesía Ánima Lisa. Este consistía en proyectar en las calles de Lima y provincias diferentes poemas. Bajo una misma dinámica, Ánima Lisa junto a CCC y Cuarso Cultura Arte Sociedad proyectaron videos y fotos en paneles publicitarios vacíos de la ciudad recordándonos de eventos políticos que marcaron los últimos 20 años. Más recientemente, el 5 de abril proyectaron los famosos videos en formato casero, conocidos localmente como los “Vladivideos”, los cuales mostraban cómo Vladimiro Montesinos, el asesor del ex presidente Alberto Fujimori, sobornaba a diferentes líderes políticos, del sector privado y de importantes medios de comunicación.
Si bien el gallinazo es un animal icónico en Lima, el Grupo Gallinazo busca extender sus acciones a otras provincias peruanas. La idea de quizás, en un futuro, encontrar el proyecto memoria qr en un espacio público-rural no solo enfrenta imaginarios del espacio rural como poco tecnológico, sino también desestabiliza el poderío de Lima como repositorio histórico del Perú. El potencial del proyecto es múltiple, pues la tensión delineada entre espacio público, tecnología y memoria, nos informa sobre la manera en la cual éstos continuarán ejerciendo contradicciones entre ellos en un espacio constantemente produciendo nuevo materia para olvidar. El olvido institucionalizado en el espacio público se enfrenta a una memoria virtual por medio de una tecnología que se rehúsa a olvidar. Sin embargo, el horizonte del proyecto depende, al igual que los proyectos de Attie y Ánima Lisa, de una responsabilidad para fortificar la discusión.
Presencia en ausencia: La importancia del archivo
La historiadora estadounidense Amelia Jones escribió en 1997 sobre la problemática de escribir acerca de obras de “performance art”, las cuales ella nunca presenció y de las cuales depende altamente de documentación y registros de éstas para poder conducir su investigación. Ella arguye que su ausencia, sin embargo, le da la oportunidad de evaluarlos con cierta distancia temporal la cual le da una ventaja de análisis y reflexión. Añade que la importancia de la documentación y representación apunta a un reto verdadero a la fantasía del sujeto modernista normativo el cual se proclama como experiencia única y exclusiva, para un público muy reducido. Vale recordar el análisis de Jones bajo este contexto ya que al igual que la performance, los actos violentos históricos no sólo se vivieron en tiempo real, pero también se sigue viviendo bajo la memoria de éstos en diferentes temporalidades. Es decir, mañana, un mes, dos años, una década, hasta hoy en día, lo sucedido forma parte de la memoria colectiva y no es menos o más cierta porque uno lo vivió empíricamente o no.
El trabajo del grupo Gallinazo radica en el intento acérrimo de seguir discutiendo sobre la memoria en el espacio público. Si bien el proyecto QR se suma a muchos intentos contemporáneos, la hazaña del Grupo Gallinazo nos recuerda que es necesario discutir permanentemente sobre la relación entre este pasado histórico y el presente. Un código físico, referente al pasado es un intento por enlazar diferentes temporalidades. Después de los muchos comentarios, tales como los contados por Maribel en los cuales se acusa a la juventud de no tener memoria, es que proyectos como Memoria QR nos recuerdan que no existe tal cosa como una jerarquía de memorias. Es decir, si bien mucho de lo sucedido durante el conflicto interno afectó a unos más que otros, la memoria no es más o menos verídica o verdadera para aquel que la vivió directamente frente aquel que no. Con esto no deseo en lo más mínimo subestimar la importancia de los testimonios de los afectados o del archivo, sino potencializarlos y llamar a la urgencia de la continua evaluación de estas memorias en el tiempo presente. Memoria QR nos enseña que el archivo late, bombea sangre, y aunque las arterias y venas del espacio público estén bloqueadas, la memoria no se rinde y sigue intentando la circulación. Memoria QR reclama la presencia de estas memorias en su flagrante ausencia en el espacio público.